El señor esta en un hotel. Un hotel pequeño con las paredes sucias y los cristales de las ventanas llenas de humo. Esta en un hotel solo. Llaman a la puerta y él abre. Entra un hombre de su misma edad y se sienta en el colchón. Mira la habitación. Se fija en la suciedad de las paredes y dice qué puta mierda, y el señor responde que sí, que es una puta mierda. El señor saca un maletín y lo abre. Tiene un montón de bragas sucias. El cliente coge una de ellas y la mira, la huele. ¿De quién es? De Marilyn Monroe. El cliente vuelve a oler. No es posible que todavía huela a coño. A Marilyn le olía fuerte, se defiende el señor. ¿Cuánto cuesta? dice el cliente. Dos mil, dice el señor. El cliente vuelve a oler, esta vez más fuerte. Nota que es un olor que tiene cuerpo. Un olor de algo que existe, que está ahí. Es imposible que siga oliendo. ¿Cómo sé que es real? No puedo demostrárselo, dice el señor. Nadie puede. Ella y todos los que lo han olido están muertos. Yo se lo digo, es el coño de Marilyn Monroe. El cliente piensa durante unos segundos y vuelve a oler. Huele más fuerte y el señor se las quita de las manos y las vuelve a dejar en el maletín. Dos mil. El cliente saca su cartera y se los da. El señor le devuelve las bragas y el cliente sale de la habitación.
El señor vuelve a casa donde su mujer está sentada en el sofá viendo la televisión. El señor le pregunta a su mujer cuándo se ha duchado. Ella le responde que ayer. El señor abre un paquete de bragas y se las tira. Póntelas. La mujer se las pone. Apriétalas le dice él, y ella las aprieta. Una a una las va manchando, y las mancha con mucho cariño. Las aprieta contra su coño de forma que va dejando su huella y su olor. El señor la observa meticulosamente, comprobando que el tejido se impregna debidamente, y cuando ella termina con una prenda, él la huele despacio y con dedicación. ¿Es ése el olor? Pregunta ella. Éste es el olor, responde él. El señor y la señora pasan horas cada día juntos. Ella se pone las bragas, se las restriega por el coño y el culo, se las quita, y las pone en un montón. Él las huele y decide una a una el nombre de la actriz.
Así se ganan la vida el señor y su mujer.