Un día especialmente difícil, de esos que empiezan una comedia romántica sobre un tipo que está en su oficina y odia a su mujer y a sus hijos. Seguro que funciona. Seguro que funciono. Pero hoy ha sido un día especialmente difícil. Si hay algo que odio es cuando veo una película y alguien dice “¿Tienes por ahí los informes?”. Es un recurso muy típico para dar a entender que estas en una oficina ¿verdad? Interior. Día. Oficinas de una empresa. Un joven ejecutivo, jefe de planta, se acerca a John. Ejecutivo: John, ¿tienes ya los informes? John, que está mirando por la ventana, se sobresalta. John: No. Todavía no. El jefe se marcha enfadado y John mira a cámara. John (off) Tengo cuarenta años, no soy nadie, me quiero morir. No, vamos a ver, no tienes por qué escribir eso. No escribas eso. Haz otra película. No sabes lo que es un informe. Tú, jodido guionista, no sabes nada de nadie. No sabes lo que es decirle a tu jefe que todavía no tienes los informes, no sabes lo que es sentir que tienes cuarenta años y tu vida no vale una mierda porque no tienes cuarenta años y porque tu vida vale por lo menos el oscar al mejor guión original o por lo menos los ochenta mil dólares que vas a ganar por escribir un puto guión de mierda que habla sobre el inexistencialismo desde un existencialismo tan poderoso como lo es el de cualquier escritor de mierda que se cree superior para hablar de cualquier cosa. Las cosas no son así. Voy a matar al próximo guionista que ponga la palabra informe en su guión por ser tan patético. Porque no es capaz de decir otra cosa para que nos enteremos todos de que estamos en una oficina.
Ha sido un día especialmente difícil porque estaba trabajando precisamente en varios informes de contabilidad para mi jefe guapo, atractivo y adicto a las mujeres, cuando he recibido una llamada de mi hermana. Al trabajo. Una llamada de mi hermana al trabajo. Mi hermana nunca me llama.
- Jorge Luis, acaba de llamar papá desde el hospital. Le han dicho que tiene el SIDA.
Me llamo Jorge. Mi hermana, digo mi madre, la muy puta, me puso Jorge Luis por su padre que se llamaba Luis Alberto. Odio que me llamen Jorge Luis. La única persona que me llama Jorge Luis es mi hermana. Me llamo Jorge, y mi padre tiene SIDA.
Inmediatamente vamos al hospital y vemos a mi padre sentado en una mesa de la cafetería, comiéndose un bollo. Papá. ¿Qué coño hacéis aquí? Papá, ¿estás bien? Que sí, joder, todavía no me he muerto. El trayecto a casa es bastante silencioso. Yo conduzco, mi padre mira por la ventana. Parecía un tipo sano. Tiene setenta años. Arregla los lavabos y mi coche cuando se jode. Es un hombre que funciona con las manos. Cuando llegamos a casa, mi padre se pone a abrir el correo y nos mira como preguntándonos qué coño nos pasa. Es mi hermana quien hace la pregunta crucial.
- ¿Pero cómo te lo has cogido?
- Me he clavado una jeringuilla.
- ¿Dónde? – pregunto.
- En el parque.
- ¿Cómo?
- No seáis morbosos. Me la he clavado y punto.
- ¿En qué parque?
- En uno que hay en Moratalaz.
- ¿Y qué hacías tú en Moratalaz?
- Me habían dicho que por allí había muchas jeringuillas.
- Papá por favor, explícate.
- La primera vez fui allí y me clavé alguna jeringuilla que vi por el suelo.
- ¿Pero por qué fuíste allí?
- Porque me habían dicho que aquello era un nido de jeringuillas.
- Papá, igual es que no te estás explicando bien, pero tal y como te expresas – voy con calma, quiero entender al pobre viejo – parece que QUERÍAS clavarte una jeringuilla.
- Exactamente es eso lo que pretendo decir.
- ¡¿Por qué?!
- ¿Por qué no? ¿Eh? ¿Lo tengo que explicar todo?
Mi hermana se pone a llorar. Yo me siento en un sofá y respiro. Mi madre se murió hace diez años. Intento relacionar esto con el trastorno de mi padre.
- Papá, explícate desde el principio.
- Quería tener el SIDA. Busqué un parque, lo encontré, me clavé varias jeringuillas, y no me pasó nada.
- No te pasó nada.
- No. Al parecer el virus muere en seguida, tiene que ser un contacto directo.
- ¿Y qué hiciste?
- Esperé a ver un yonqui y le pedí su jeringuilla.
- No me lo puedo creer. No me lo puedo creer.
- ¿Sabéis qué es muy curioso? Hay muchos menos yonquis con SIDA de lo que parece. Realmente me ha costado encontrar uno que me lo pudiera pegar. Me imagino que ahora se cuidan más.
- Papá ¿por qué querías cogerte el SIDA?