domingo, 24 de febrero de 2008

NICHOLAS RAY, ROBERT WISE Y FRITZ LANG

No puedo verla de otra forma. Llueve. Sus ojos semicerrados encuentran su perfil en la decadencia del universo. No llora. No habla. Tampoco duerme. Mira al infinito como si significara algo, como si pensara en algo. Pero yo sé que tampoco piensa. Me recuesto en la cama y la miro. Miro su espalda. Una delgada línea que atraviesa todo lo que yo quiero, y termina en un lugar oscuro y precioso, tapado a medias por un pliegue hermoso de la sábana. Puedo entender su olor después de horas de conversación, y encuentros necesitados de besos. Labios que se cruzan y palabras ahogadas en estrechas respiraciones censuradas. Su olor es el olor de la suciedad humana. Del sudor y las sábanas fuertes, de la ropa usada, del sexo liberado y la educación perdida. Fuere llueve. Las gotas de agua contaminadas resbalan por el cristal de la ventana. Creo que ella está mirando precisamente eso. Está intentando mirar a través de ellas. Extiendo una de mis manos y acaricio la piel de su cadera. Con uno de mis dedos empujo la sábana y descubro el resto de su cuerpo. Mis ojos se clavan en el agujero negro como si estuviera imantado con una gran carga de electricidad estática. Ella gira su cuerpo y lo apoya en el colchón. Creo que la oigo respirar. Mi mano recorre lentamente sus piernas, recreándose al final en la formas de sus pies, y trazando líneas curvas sobre la superficia blanda de sus yemas. Se estremece y abre aproximadamente diez grados el ángulo que marcan sus piernas. Mis manos suben como una serpiente por sus gemelos, y la tierra que tiembla por debajo queda marcada por una cicatriz de sentimientos que caen primero hacia abajo y luego se disparan hacia arriba. Puedo notar como ella, con la cara apoyada en la almohada y las manos debajo de ella, quiere cerrar los ojos porque la oscuridad ahora le dice más. La punta de mis dedos llega a su rodilla y despierta la intranquilidad en todas las células de sus piernas. Sin mirarme, sin decir nada, ella coge mi mano, la sube e introduce mis dedos dentro de ella. Y ahora pienso en Henry Fonda, y luego qué.

No es mi mejor momento. Afuera llueve de verdad. La lluvia está dejando gotas en el cristal de mi ventana y yo trato de mirar a través de ella. La luz es gris y la música es electrónica. No hay ninguna chica desnuda tumbada a mi lado. Si de verdad la hubiera no estaría escribiendo. A lo mejor si durmiera, pero si no duerme no. No hay ninguna chica desnuda y no hay ningún pliegue de sábana hermoso que caiga sobre ella como en un cuadro del renacimiento. Nada de eso existe. Todo es una invención porque quiero sentir algo. Así se resume mi intimidad. Horas y horas buscando algo que al final me invento. Yo quería escribir un post sobre cuatro películas clásicas norteamericanas que produjo Hollywood y cuyo contenido es extremadamente transgresor y liberal para la época. La primera Llamad a cualquier puerta (1949) de Nicholas Ray. La segunda, ¡Quiero vivir! (1958) de Robert Wise. La tercera y cuarta, Sólo se vive una vez (1937) y Furia (1936) de Fritz Lang. La de Wise es más posterior pero no por ello menos arriesgada. Todas ellas producciones comerciales que tuvieron éxito en taquilla. Todas ellas obras maestras que tratan sobre el por qué la delincuencia y el odio, y sobre cómo castiga y persigue la sociedad a seres humanos que un momento dado cruzaron una delgada línea roja. Todos los dilemas morales que se plantean en éstas cuatro obras superan con creces muchas de las pajas intelectuales que a veces nos hacemos los europeos. Fueron echas para el pueblo con un mensaje para el pueblo, y fue el pueblo quién las vio. Hoy me quedo con la boca abierta y me pregunto… me pregunto muchas cosas. De hecho hay una pregunta que creo que ya me había hecho antes. ¿Quiénes son los malos?


La chica desnuda se gira y me pregunta que quién me gusta más, John Wayne, o ella. Siempre depende de la película, pero John Wayne es John Wayne, and a man´s got to do what a man´s got to do. Ya no me sirve para nada. Todo el mundo hace lo mismo. Jugamos en una liga con demasiados equipos.

domingo, 17 de febrero de 2008

STORYTELLING

Sueño con poder pensar en lo que quiera, sin que tú me tengas que decir si está bien o mal. Sueño con poder tocarme cuando quiera, a tu lado, o al de cualquier otra persona con quien me apetezca estar. Sueño con escuchar el silencio de vez en cuando. Sueño con que no me tengas que besar. Sueño con engordar hasta límites indescriptibles. Comprar muchísima comida y comer hasta reventar. Sueño con que el mundo no me critique por como soy, sino por como pienso. Sueño con verme en el espejo y decir, estoy gorda.

Sueño con que me quieres así, o sueño con que no me quieres así, pero sueño con saber la verdad. Me gustaría que alguien me dijera que sentido tiene todo esto. Es una sociedad… comprometida ¿con qué? La evolución es constante, como un espejo enfrente de otro, nos multiplicamos y nos matamos y así funciona el círculo. Unos mueren en un lado y otros nacen en otro. Es el reciclaje del mundo.

Bueno también sueño contigo, claro. Sueño que hacemos el amor y no nos importa si somos mujeres, hombres. Sueño con que los géneros dejen de importar. Pero quiero que dejen de importar incluso para los que luchan porque dejen de importar. Nos llenan la cabeza de identidades y… los ambientes me empiezan a oprimir. Yo sólo quiero hacerte el amor en el sentido en que todo el mundo hace el amor. Para olvidarme de quien soy y todo eso. Quiero pensar que existe un mundo sin enfermedades, y un mundo donde no me tengo que tomar diez pastillas todos los días. Ellos no tienen ni puta idea de lo que es. Yo todavía no entiendo muy bien… Odio a la gente que intenta buscar compasión en los demás. Odio a todos los enfermos, mentales o físicos. Sueño con que soy diferente. Y lo soy, soy una chica diferente como todas las demás. Me gustas tú, como me podía haber gustado cualquier otro. A veces me masturbo pensando que puedo tener todas las pollas del mundo a mi disposición. Yo no se lo digo a nadie. Porque me gusta besar a las chicas como tú. Me gusta el olor de tu ombligo, y me gusta que tu sujetador resbale por tu cuerpo cuando tiro de él porque las tienes pequeñas. Y no me importa, me encanta. ¿Pero y a los demás? Estás pensando en los demás. Cuelga el teléfono. Soy una chica enferma, te voy a contagiar y te vas a morir como todo el mundo. No escuches lo que una chica enferma tenga que decir.

No os perdais Storytelling. Es una crítica a todos nosotros, a los que nos reimos de los demás. Como el texto las imágenes no tienen nada que ver con la película. Pero cada vez me doy más cuenta de que a lo mejor lo importante no es lo que me parece la película sino lo que la película me hace pensar.

lunes, 11 de febrero de 2008

NO COUNTRY FOR OLD MEN

La soledad del desierto es como una enfermedad mental. Te atrapa y no puedes escapar. Quiero conocer los silencios del desierto. Quiero conocer los rostros cansados y las palabras medidas. Quiero que no exista la pasión ni la filosofía. Quiero que los personajes se conozcan por sus acciones y no por su sicología.

Me da igual lo que digan. Los Coen sí han vuelto. No country for old men es una obra maestra en la que no sólo podemos leer a McCarthy, sino que también podemos leer a Shepard, uno de mis autores norteamericanos favoritos. Antes que McCarthy, Shepard inventó los diálogos de las personas cubiertas de polvo. Él firmó el guión de París, Texas, y muchas novelas y reflexiones entre las cuales me gustó particularmente Crónicas de motel. Mientras leía su poesía barata con olor a putas y whisky, pensé que bien podía haberlo escrito Raymond Carver sentado en una roca en medio del desierto de Arizona. No country for old men tiene todos los ingredientes para que mi mayor sueño inmediato sea viajar a Texas y ponerme a escribir como un loco sobre todo lo que veo.

Hay una mariposa Monarca muerta en la acerca de Ozona. La brisa se la lleva de acá para allá. Durante todo el día han estado estrellándose contra mi parabrisas, dejando salpicaduras rosadas y doradas en el cristal. He visto a una de ellas que caía a plomo desde el cielo y chocaba contra el asfalto de la Highway 10 East. Debe ser la época del año en la que tienen que morir.

Sam Shepard. 16/10/1980.

Ozona, Texas.

Con suerte este verano podré viajar a Texas con mi amigo Cody O´Dell. Allí podré matar a gente con una bombona de aire comprimido.

Reflexionemos sobre lo inreflexionable. Llamemos filósofos a los cowboys que sueñan sin haber aprendido a leer. Olvidémonos de la política, la religión, y todos esos principios de la intelectualidad que a veces pesan demasiado. Compremos caballos y montemos una rancho. Compremos una escopeta y pongámosla en la pared de nuestro dormitorio bajo la bandera. Vayámonos a la cama cuando caiga el sol, y juguemos a hacernos fotos a contra luz en la entrada del porche de nuestra cabaña. Hay muchos finales que podemos vivir. Elijamos el nuestro en el país donde se vive rápido, se muere joven, y se hace un bonito cadáver.

Aunque sea desde la triste ignorancia, soñemos con que la muerte también podría ser el protagonista de un western donde sólo quedan sueños muertos, y polvo, mucho polvo.

No os perdáis No country for old men y olvidaros de lo que sois y habéis vivido hasta que Carter Burwell ponga al final las únicas notas musicales de la película sobre un fondo negro. Quedaros a escuchar esa música hasta que termine, por favor. Merece la pena la experiencia, aunque sea una farsa, aunque sea mentira. Aunque estemos acostumbrados a que en España la magia del cine se traduzca en ceremonias de mal gusto y se nos haya olvidado representar la realidad como niños que juegan a indios y vaqueros. Desde Centauros del desierto a Banda Aparte, el cine es un arte que tenemos que sentir. Como decía Kubrick el cine es la ópera del siglo XX. Los Coen han conseguido hacer honor a la palabra de Kubrick. Han realizado una ópera sobre el silencio de la muerte en los páramos de Texas.

domingo, 3 de febrero de 2008

BUSCAR LOS SIGNOS.

Nunca te han dicho que no puedes mirar a la mujer equivocada. Sí. Pues entonces, qué haces. No puedo evitarlo, y lo único que consigue es que me vuelva más superficial. Nunca te han dicho que tienes que querer a las personas que tienes que querer. No puedo evitar mirar más allá. Aunque eso signifique destruirlo todo. Sí, aunque eso signifique que no puedo respirar. Tanto lo vale. Sí. Qué piensas cuando la ves. Pienso que me gusta su boca, y pienso que no me hace falta imaginarla desnuda para enamorarme de su cuerpo, y pienso que si hiciera falta abandonaría todo y probaría con ella. A pesar de saber que probablemente, como ocurre en la mayoría de los casos, no funcionaría. No lo haría por ganar o perder, lo haría por el placer de jugar. Eres un niñato, necesitas crecer y darte cuenta de que no se puede vivir así. Se puede vivir de cualquier forma. No si eres un cobarde educado en la abundancia. Me da igual, si ella me hiciera un pequeño signo, si ella me lanzara una pequeña señal, aunque no me conozca de nada, aunque no sepa realmente quién es ni lo que quiere, si ella me invitara a salir a fuera y dejarlo todo, aunque sólo sea por ver que pueda pasar, anque al final sólo quiera reírse de mí, aunque exista de verdad ese peligro de dejarlo todo por nada, lo haría. Crees que ella se ha fijado en ti. No lo sé, cuando te sientes atraído por una persona, estás tan absolutamente pendiente de todos sus movimientos, que cualquier tipo de detalle te parece una señal de atracción correspondida, y también pasa lo contrario, que a veces parece que ella no hace más que rechazarme. Y supongo que cuando vuelves a la realidad, que cuando pisas la tierra y te vuelves un poco racional, te das cuenta de que no es ni lo uno ni lo otro, que en verdad ella sencillamente te ignora. Pero ella tiene que saber que a mí me gusta, porque me he pasado todo el rato mirándola, y cuando me he movido cerca de ella me he comportado de una manera muy poco natural, y cuando he hablado dos segundos con ella, he forzado la voz para que parezca atractiva, ella tiene que saber que yo me he fijado en ella, y que siento una tremenda atracción sexual y sentimental que me es imposible esconder. Probablemente no. Sí que lo sabe, y si lo sabe no le queda más remedio que posicionarse, no puede ser indiferente, o se siente atraída o me rechaza, es imposible que le de igual. Aunque ella esté con otra persona. Eso es lo de menos. Te imaginas que ella nos está escuchando. Me encantaría que me escuchara y se diera cuenta, e hiciera algo claro y conciso de una puta vez, para que yo pueda terminar de enamorarme, o de buscar algún sentimiento en otra persona.

Ha apagado la luz, crees que significa algo.